Soy maestra, de esas que levantan todos los días al alba y que rumbo al colegio va pensando en cómo hacer para que mis alumnas y alumnos sean la mejor versión de sí mismos.
Llegué a la docencia por un accidente del destino, me había visualizado trabajando como comunicóloga, abogada o en la política, pero fui rechazada en la universidad donde apliqué examen. Venía en metro de regreso a casa y las lágrimas corrían por mis mejillas. Me preguntaba “¿y ahora qué voy a hacer? y ¿dónde voy a estudiar?”.
Sabía que ya era tarde para poder presentar examen de admisión en otra universidad, sobre todo porque eran carreras con mucha demanda. Mi mamá, que es maestra y daba clases en una Normal, me dijo: “¿Por qué no entras en la Normal a estudiar por un semestre en el que logras entrar a la universidad que quieras?”. Y así fue como lo que parecía ser un plan temporal se convirtió en mi profesión, pero sobre todo en mi pasión.
Actualmente me encuentro en la dirección general de un colegio privado y mi mayor consigna es la de transmitir a mis maestras y maestros los ideales de la educación que ahora he convertido en un decálogo de creencias.
Se los comparto esperando resuene con las ideas que algunos de ustedes tengan de la educación y sirvan para ir generando cambios en el modelo de enseñanza que tenemos en el país.
1. Creo que cada alumna y alumno son seres únicos e irrepetibles, seres extraordinarios y complejos, listos para investigar el mundo que los rodea guiados por su curiosidad natural, por lo que debemos dejarlos ser protagonistas de su propio aprendizaje.
2. Entiendo que la misión fundamental de la educación es liberar y potencializar todas las capacidades de cada alumna y alumno. Así como promover un desarrollo armónico en todas sus áreas: comunicativa, física, social, intelectual, afectiva, moral, ética, etc.
3. Concibo al estudiante como un ser social que puede generar desde hoy propuestas y cambios. Debido a lo anterior, propongo actividades cooperativas en donde la acción comunicativa, la tolerancia, la valoración de la diversidad y el respeto sean la guía.
4. Creo que la escuela debe ser un espacio cálido y acogedor que ayude a despertar la curiosidad, curiosidad viva, aquella en la que se aprende con alegría, con emoción, para explorar, conocer y lograr aprendizajes.
5. Visualizo cada salón de clases como un espacio que invita y provoca al aprendizaje. Ambientes que tienen presente a cada niña y niño a través de sus trabajos, fotografías, dibujos y narraciones.
6. Creo que cada maestra y maestro debemos ser personas cercanas y afectivas que conocen a cada uno de sus alumnos. Profesionales que observan, investigan, colaboran, toman notas, documentan, reflexionan, interpretan y construyen aprendizajes con sus alumnos. Seres apasionados de su trabajo, que estén en continua formación y constante búsqueda de entender la manera en que mejor se aprende para generar actividades retadoras para sus alumnos.
7. Afirmo la importancia de la participación de las familias, en el entendido de que son el principal agente educador, lo que hace vital su implicación total y activa en la escuela.
8. Creo que en las escuelas hay que “abrazar el error” y considerar las equivocaciones, como grandes oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
9. Afirmo que los docentes tocamos el corazón de cada alumna y alumno, y sembramos en ellos el deseo de ser mejores. Somos optimistas incansables que creemos que pueden lograr lo improbable siempre y cuando les demos la confianza y las oportunidades para hacerlo.
10. Estoy convencida que la educación, este tipo de educación, es el camino que puede hacer que nuestro querido México se convierta en un país en donde se vivan los valores de la verdad, justicia equidad, legalidad, paz y armonía que tanto buscamos.
Llevo ya 30 años en educación y lo que me permite levantarme cada día para realizar mi trabajo es la convicción de que a través de mi trabajo diario estoy contribuyendo a la construcción de un mundo mejor.
